Soñé que la noche
crecía como niebla
sobre mis cansados parpados
y en la oscuridad temida
reviví los recuerdos añorados.
Sentí que tus ojos me miraban
y tu cuerpo era una sombra indefinida,
una grisacea pincelada
de duda temblorosa
que erizaba los cabellos yertos
de los muertos.
De la noche escapé,
entre visillos negros
para visitar aquella lugubre morada
donde la luna fue sol
y la piel quemada,
donde vinimoslos instantes idilicos
de una existencia atormentada.
No encontré el lugar
no encontré la casa.
Pregunté al vacio,
me contestó: Nada.
Desperté en la noche,
me encontré muriendo,
no existió tu sombra
ni ningún momento
que soñar pudiera
pues estaba muerto.
Pamplona. 1986
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