Azul cielo, blanquecina espora que cae por entre los rayos, soñando una noche sin límites, resurgiendo luego en increible alborada
Se estremecen las oscuras cuevas con el fuego sanguíneo de las madrugadas silenciosas
Las columnas tiemblan, se quiebran, se abren cautas, derrumbándose ante el violento grito
que surge de las profundidades
Arde la ciudad. Los edificios caen pesados, estrepitosamente humeantes
Emergen sobre la extensa superficie llana de la mar onduladas olas que crecen y se elevan
y de pronto desaparecen en gigantescas cataratas
Los montes se levantan y erigen en su cumbre un monolito pétreo, todo un símbolo.
Duermen los espejos verdes, ciegos, bajo una cortina negra
La luna ríe, la luna llora y se refleja orgullosa sobre el espejo verde en la aurora
Azul cielo, pétalo rojo abierto a la luz del alba que se eriza en vibrante escalofriante la frescura del rocío de la mañana
La yerba entredorada en el amanecer soñado humo blanquecino exhala,
De la noche fría aterida surge la yerba negra, oscura convertida, cuando la luna rie .
Una espada cae al abismo entre brumas escondido, desconocido, profundo
Arde el bosque. Las chispas encendieron el fuego rojo
El sol va muriendo y la sangre riega las praderas verdes
Mientras tanto las avispas gigantescas picotean el agua de las charcas y penetran en las profundas simas donde el rio fluye y oculto mece el cristal de agua, que en un hilo cae transparente
La sima sin sueño acoge oscura los efluvios de la noche sin límites
Abiertas las heridas, abierto el corazón que palpita sin cesar, la sangre no encuentra cauce por donde correr y en catarata se estrella contra las rocas
El sol ha muerto, la oscuridad de nuevo
La sima sin sueño acoge en su seno el último rayo de luz
Las nubes enturbian los espejos verdes haciendo llorar a la luna y las amapolas marchitas desaparecen
Azul cielo, blanquecina espora que vuela libre por el espacio infinito, perdiéndose en ese abismo neblinoso, onírico, hermoso del sueño, de la imaginación de...
Imagenes
Pamplona. Octubre 1982
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